Influencias en la Formación Nacional y la Ubicación de la Capital entre 1820 y 1880

Jonathan Paul Loomis
el 20 de Septiembre de 1999
Universidad de Belgrano

La historia política argentina de los años 1820 a 1880 es definida principalmente por la unión de la nación baja una constitución del estilo europeo tanto baja un gobierno central basado en la ciudad de Buenos Aires. La unión de la nación era complicada por varios factores que se necesita tomar en cuenta cuanto se analiza la época predicha. El primer es una tradición de lideres fuertes que gobernaron sin el mandato del pueblo. El segundo es el impacto de la geopolítica del siglo XIX en la Argentina en que la ciudad de Buenos Aires era puesta contra las provincias del interior ni sino por la fuerza de la masa de su población sino también económica y culturalmente. Y finalmente, hay que tomar en cuenta una obsesión con la tradición política de los Estados Unidos y la Europa inglesa y germánica.

La unión de la Argentina como nación unida y soberana fue inextricablemente influida por los gobernadores que tenía la región geográfica que formaba el país. Distinto de los Estados Unidos en donde los lideres operaban bajo una constitución escrita y seguida con pocos cambios por años, la Argentina en 1820 no tenía constitución ni código legal escrito como en la Reina Unida para dirigir y limitar las acciones de los que la gobernaban. Entonces, la Argentina padecía una serie de demagogas, caudillos, y presidentes que mantenían su poder por aplacar a la clase dirigente y engañar a las clases ignorantes.

Empezando con Juan Manuel de Rosas, y siguiendo con Urquiza, Mitre, Sarmiento, y Avellaneda, el país era gobernado por políticos del culto personal. Este fenómeno es el curso natural de un gobierno sin constitución. Los políticos que podían amasar suficiente apoyo para alzar al poder gobernaban y los que no podían o perdían sus seguidores caían del poder. La historia de la época es una historia de rosistas, urquizistas, mitristas y no de partidos como son conocidos hoy en día o en los países del mundo en donde los partidos, movimientos y lideres son subordinados a la ley escrita.

Los efectos de este estilo de liderazgo en la creación de la República Argentina y en la ubicación de la capital federal en la ciudad de Buenos Aires se manifiestan principalmente en las dificultades que ha tenido el país en mantener un gobierno demócrata y civil. Durante los años 1820 a 1880 en la Argentina no formaban partidos políticos en el sentido contemporáneo del mundo oeste a los cuales apoya la gente a causa de sus posiciones sobre problemas sociales. Este sucedió porque los partidos de la época eran los seguidores de individuales y no de posiciones políticos comunes. Partidos no apoyaban a candidatos, los candidatos amasaban partidos. Ya el sistema política argentino muestra la herencia de esta época. El Partido Justicialista se llama partido peronista y en la compañía presidencial corriente se divide entre menemistas y dualdistas. Los propósitos de los dos políticos no forman la distinción entre las facciones, sino sus propias personalidades.

La geografía del país y distribución de su población y riqueza también influían la manera en que la República nació. Hablando de este tema es sumamente importante entender la relación entre el puerto de Buenos Aires y las provincias del interior. Aún las provincias permanecían ser salvajes, Buenos Aires imitaba a las grandes ciudades europeas. No sino culturalmente, pero también económicamente diferenciaban los dos. Buenos Aires, por suerte de su ubicación en la boca de los ríos Paraná y Uruguay podía controlar el comercio del interior y por eso enriquecía exponencialmente en comparación al crecimiento de las provincias. Además, una desigual proporción de la gente se llamaba porteños. Con la fuerza de su cultura, economía, y población, Buenos Aires figuraba como foco de conflictos políticos a través de la formación nacional.

El antiguo conflicto entre los Federales y los Unitarios sobre control del interior se convirtió en un conflicto más peligroso sobre control del rico puerto de Buenos Aires. Los lideres como Urquiza quienes querían imponer la Confederación sobre todo el territorio argentino enfrentaba a los porteños, cuya preocupación principal era preservar la soberanía de la ciudad del control de los caudillos del interior. El peligro de esta confrontación se asomaba más grave entre los años 1852 y 1861 cuando la ciudad se declaró autónoma del gobierno de la Confederación en Entre Ríos. Con el país dividido en mitades corría riesgo ser ocupado por un otro poder como Brasil o la Reina Unida.

Por causa del conflicto geopolítico entre las provincias, representadas por el gobierno de Urquiza, y Buenos Aires, cuya figura política más conocida era Bartolomé Mitre, la Constitución de 1853 fracasó y el país volvió a lanzarse a la guerra para determinar su destino. El fracaso de la ley escrito y el deterioro a la usa de fuerza arrancaría una lamentable tradición que seguía hasta 1983 y amenaza volverse a asomar.

El punto final que se importa cuanto se considera la formación nacional es una actitud racista que tenían varios políticos argentinos, más notable entre ellos es Sarmiento, contra sus propios paisanos y en favor de la gente de los países del norte de Europa. Se encuentra las raíces de esta actitud en la imaginada necesidad de educar el pueblo para que pudiera mantener un gobierno constitucional. Los políticos que propagaban esta idea creían que los países germánicos, Estados Unidos, la Reina Unida, y Alemania podían preservar sus constituciones porque la gente de éstos países era disponible a trabajar y respetar la autoridad y las libertades básicas sin la ayuda del gobierno.

A causa de esta actitud Sarmiento, y después Avellaneda, abría los puertos del país a la inmigración para que la gente deseada pudiera mezclar con los propios argentinos y crear una nueva raza. Mientras tanto los políticos y dirigentes mantenían control oligárquico porque no creían que el pueblo pudiera apoyar la democracia estable. Al desmayo de los gobernadores la mayoría de los inmigrantes originaba en los países del sur de Europa y traían las semillas del anarquismo y del socialismo en vez de la deseada aptitud hacia la democracia.

La desconfianza en el propio pueblo para mantener la democracia constitucional que mostraban los gobernadores del fin de esta época y su elección de seguir con un gobierno no elegido señaló el principio de una tradición argentina en la que los con acceso al poder no sienten la necesidad de tener el mandato de la gente para apoderarse del país. Lamentablemente, unos de los mejores pensadores y gobernadores de la Argentina se asociaban con este error.

En conclusión, una tradición de lideres fuertes que gobernaron sin el mandato del pueblo, la actual geografía del país, la distribución de su población y riqueza, y el sentimiento que el pueblo no podía mantener la democracia influyeron la integración de Buenos Aires y el interior para crear el país moderno argentino. Las actitudes de los años 1820 a 1880 no sino cambiaron el curso de la historia de aquella época, pero también se manifiestan hoy en día en la política argentina contemporánea.